sábado, 25 de julio de 2015

Pecados del capital

Hace muchos siglos, la Iglesia dio forma a una glosa de siete conductas teratogénicas que condenó y se dedicó a combatir, con bastante éxito donde ella siempre operó, en las clases bajas.
Pero al consolidarse hace media centuria el hipercapitalismo que nos convierte a todos en ricos y poderosos, esto se invirtió y esa lista pasó a ser de virtudes. Así que desde los poderes sociales, hoy se enseña, estimula y premia todo lo que sea codicia, vanidad, lujuria, ira, soberbia y gula.
Queda afuera la pereza, precisamente porque atenta contra la frenética hiperactividad que da sustento a las otras categorías. Entonces, la pereza debe ser el antídoto de la locura actual, por lo que no estaría mal entregarse de lleno a su práctica profunda.

viernes, 17 de julio de 2015

La caída de las certezas

 Llego a advertir en FB algo que entiendo beneficioso: la confirmación de las pocas posibilidades que por naturaleza tenemos los humanos de lograr lo que concebimos como 'el conocimiento' o 'la verdad total'. Si se analiza el océano de frases hechas que lo constituye, se verá que cada una que suena como una gran verdad tiene otra opuesta o negadora que también aparece como incontrovertible. O sea, que una cosa es verdad, y otra cosa que niegue a la primera, también lo es.
Por esta razón, por esta dificultad intelectual que tenemos como especie, es que siempre la verdad, la razón y la justicia han sido imposiciones arbitrarias del poder imperante. Adscribir a grandes verdades requiere del fanatismo para poder rechazar y perseguir todo aquello que se le opone. Vivir con certezas es vivir en contra de muchos otros, y esto se ve claramente en las religiones, por ejemplo.

La verdadera inteligencia es bajarnos de nuestra clásica soberbia para reconocer la poca inteligencia que tenemos, y asumir como estilo de vida una perenne búsqueda en medio de la confusión, sabiendo que cada certeza que logremos sólo será parcial y transitoria.
Aceptar la incerteza como parte esencial de nuestra condición nos llevará a vivir en la socrática idea de que no vemos y no sabemos, lo cual será, aunque parezca contradictorio, el comienzo de una vida más adentrada en la realidad.

JUVENTUD, DIVINO TESORO

La juventud es un estado existencial vital y energético, el más hermoso de la vida toda. Y es bueno luchar por conservar todo lo que se pueda de esa vitalidad hasta el final.
Pero también es un estado de incompletud mental, parcializado por la ignorancia y la inconsciencia de muchos aspectos de la vida que se comprenderán más adelante. Por eso es que el mundo siempre estuvo regido por los valores de una madurez que sólo viene con los decenios.
Hoy en cambio, imperan los criterios juveniles de banalidad, de inmediatez, de perpetua diversión, de despilfarro de aquello que los mayores han logrado y que luego heredaremos. Vivimos una sociedad que es vieja y quiere ser joven, pero elige las cosas de la juventud que menos le convienen: la primera, una irresponsabilidad que impregna hasta las instituciones, Estado incluido.
Se inmprovisó un mundo joven, un mundo en el que se vive como joven y se quiere ser joven hasta el último día. Hoy todos somos jóvenes.
Estamos todos borrachos.

miércoles, 15 de julio de 2015

Actores

Llegamos a querer tanto a los buenos actores porque nos llevan a vivir y aprender cosas que no alcanzaríamos por nuestros propios medios. En cierto sentido, son como padres, tíos o hermanos mayores.

Hipersimbolización

 Todos los bichos que estamos vivos hacemos sólo dos cosas, que ya las dijo Darwin: conservación del individuo y supervivencia de la especie. A grandes rasgos, gestionar alimento, seguridad, reproducción y sociedad (necesidades básicas). Como una herramienta para esta gestión, tenemos todo lo que implica la actividad consciente del SNC (sistema nervioso central) consistente básicamente en pensamiento (ideación, simbolización, representación en la conciencia).

 Pero por alguna razón todavía ignota, padecemos de un exceso de simbolización que nos lleva a extravíos permanentes que no podemos resolver. Un ajetreo simbolizatorio desordenado que nos exacerba la imaginación y nos lleva a idear hasta el punto del delirio. Y este excedente de actividad mental es tomado como nuestra vida, como nuestra realidad. Entonces, pensamos, decimos, oímos, opinamos, filosofamos, y seguimos cualquier cosa, y creemos que así nos damos una vida 'humana'.

 No obstante, lo que todavía no aprendimos a hacer con ese excedente, es emplearlo en asumir mejor nuestra realidad natural. Preferimos mantenerlo en terrenos de fantasías, quizás para contrarrestar o compensar lo insoportable que se nos hace nuestra vida real, animal, de cumplir los mandatos de la Naturaleza que el viejo Charles advirtió. Y que nos 'limitan' a salir todos los días a conseguir provisiones, criar a nuestros hijos, cuidar a nuestra familia, aportar a la comunidad y competir para evolucionar.

 ¿Será que vale tan poco todo eso en sí mismo que sentimos esa irrefrenable necesidad de disfrazarlo continuamente con desvaríos de toda laya? ¿Que elegimos ser felices enfermándonos antes que insertarnos en la realidad que la Naturaleza nos marca y buscar ahí nuestro bienestar?

El fin de la Historia

 La mayoría de los que integramos el fenómeno conocido como baby-boom (los nacidos en los diez años subsiguientes a la II Guerra Mundial), hemos tomado fuertes decisiones para liberar a nuestros hijos del yugo formal bajo el cual nosotros crecimos. Actuamos como generación bisagra, al tener el coraje de poner en los hechos y en nuestras casas las pautas de liberación que la Historia, sobre todo en los años ’60, nos fue mostrando.

 Empero, lo que obtuvimos fue una generación que empleó su libertad de ideas y conducta para esclavizarse de nuevo, esta vez al dinero y la compra de cuanta cosa brillante hubiese por ahí; y el mayor coraje que tuvo fue para meterse en cuotas, mientras hace crecer a sus hijos ahogados en pantallas pletóricas de idioteces.
Nuestros antepasados han venido creando abundancia y nosotros hemos creado libertad para disfrutarla. Nuestros descendientes parecen disfrutar de todo, pero en realidad no tienen nada para disfrutar porque no tienen nada por qué luchar; no tendrán victorias porque no tienen cambios que hacer.
 Este estancamiento es el ‘fin de la Historia’ que planteó Fukuyama, también visible nada menos que en La Biblia bajo el título de 'El Becerro de Oro', que con un par más de generaciones, puede además ser el fin del mundo que creamos. Ningún bienestar humano puede sostenerse si no hay una meta, o al menos una utopía; algo que hacer colectivamente que nos comprometa y nos mueva a los sueños y a la esperanza.

LGBT (lesbiana, gay, bisexual, trans)

Un/a homosexual (lesbiana, gay) es una persona que tiene por objeto de su sexualidad a otras de su mismo sexo, aunque sea cisgénero (conserve su género).
Un/a bisexual es alguien que ejerce su sexualidad indistintamente con personas de ambos sexos.
Un/a transexual es una persona que experimenta una identidad sexual diferente a la corporal, y será transgénero y quizás travestido (rechaza su género y adopta el estilo de vida del otro).
Un/a queer ('raro') es alguien no heterosexual que rechaza las pautas culturales de género y genera su propio estilo de vida.
Un intersexual es alguien condicionado anatómicamente para ser de sexo indefinido.


Y un travesti es una lacra social, un lumpen violento que se aprovecha de la legitimidad y respetabilidad de todo lo anterior para generarse un lugar de ventaja indiscriminada, desde el cual puede usufructuar impunemente lo peor que pueden dar ambos sexos y ambos géneros.
No es de extrañarse entonces que la farándula político-mediática lo haya homologado como excelso dignatario de todo lo que no es hetero.

ILE (Interrupción legal del embarazo)

 Yo descreo de que holísticamente mirado, el mundo sea o haya sido alguna vez un patriarcado, es decir, dominado por los varones. Pero sí entiendo que el mundo que conocemos ha sido organizado por instituciones patriarcales, esto es, falocráticas y gerontocráticas, que mucho han trabajado por asegurarle al varón la paternidad mediante la posesión del cuerpo de su mujer.

 Así por caso, los sacerdotes han venido impartiendo la idea de que un embrión es un ser humano con pleno derecho a la vida, idea que es filosófica, científica y jurídicamente discutible, por más amor y expectativas que alguien tenga puestos en el hijo que otra persona le está gestando.
Y es momento de ir entendiendo que hay algo de más peso que los intereses de uno de los dos géneros y las opiniones de los representantes de Dios en La Tierra: la Naturaleza. Y ella determina que el hijo en ciernes reside en el cuerpo de la mujer. Cuerpo que no es de su marido, ni de sus padres, ni de un dios, ni del padre del embrión. Es de ella.

 Encuentro muy difícil arribar a una conclusión honesta en un tema que es muy complicado porque borra toda imparcialidad. Sin embargo, me es fácil entender que yo no quiero poseer a nadie ni el cuerpo de nadie, que el aborto provocado es inextirpable de la realidad humana y negar esto es tremenda hipocresía, y que tengo que aprender de quienes tienen y hacen experiencia directa en el tema, quienes lo viven a diario: las mujeres gestantes (que no todas desean o pueden con ese proyecto de hijo) y los profesionales de la salud (que para eso los tenemos).