miércoles, 15 de junio de 2016

INFORME ACADÉMICO (Monografía)

Análisis comparativo entre tres modelos de código de ética profesional.

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ANALISIS COMPARATIVO ENTRE CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS

Asociación Argentina de Counselors - AAC
Sociedad Interamericana de Counseling - SIC
National Board for Certified Counselors – NBCC


Por RODOLFO PASCOLO, 18 de noviembre de 2012, IADECOUNSELING, Buenos Aires.

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RESUMEN

 Se analizan los tres códigos en particular, no sólo en contenido sino también en orígenes e intenciones. Se apela a concepciones y elaboraciones teóricas así como a una exploración de la práctica profesional. Se abordan los códigos desde su interrelación conceptual e influencia mutua, y se profundiza en la realidad y las necesidades del ejercicio profesional y la manera en que cada uno de ellos se arrima a satisfacerlas. Se proponen elementos faltantes o poco clarificados y se insta a que en Argentina tenga lugar una real preocupación por instalar sólidamente la disciplina en la comunidad.

Palabras clave:


SUMMARY

 The three codes come to particular analysis, not only about its contents but also origins and purpose. Conceptions and theoretical elaborations are invoked, as far as exploration of the professional practice. The codes are approached from its conceptual interrelation and mutual influence, delving the realities and needs of the professional exercise and the way each one approximates to meet them. Missing or unclear factors are proposed and is urged to real concern in Argentina for establishing solidly this discipline in the community.

Keywords:

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 Tim Bond nos dice que “las normas y códigos profesionales representan los primeros puntos de referencia de los counselors. Son una fuente de sabiduría colectiva validada por un proceso de consulta y votación realizadas por la institución que los crea… La ética profesional es una disciplina que abreva también en las ciencias sociales y el derecho, y se interesa en la aplicación de valores centrales que hacen a la identidad de la profesión.”
 Los Valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano, y son materia de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Esos cambios tienen relación con la inevitable referencia al futuro contenida en los valores: al ser elementos de construcción, nos orientan a cómo las cosas deben ser. Nos dicen que esto que hoy está así, sería mejor si mañana está de otra manera. Esto es el deber ser y necesita del soporte de la crítica, la posibilidad de criticar cómo están las cosas hoy y pensar cómo deberían estar mañana, lo cual constituye la esencia de un código de ética profesional.
 La ética profesional es una reflexión que discierne lo que está bien de lo que no, en el campo de una profesión. Pero previa o paralelamente, hay que discernir ese campo, y ahí viene el mayor problema, tratándose del Counseling argentino.
 Labrar una visión extendida o común de la realidad del Counseling en Argentina, es una tarea pendiente, tanto, que ni siquiera se vislumbra quién sería el encargado de hacerla.

Diferencias entre los códigos SIC y AAC
 En principio, debo decir que no existe un código de ética profesional argentino. El código de AAC es una copia del de la SIC hecha en 1996, o sea que no se ajusta a ninguna de las tres realidades.
 No presenta ninguna diferencia de fondo y sí algunas de forma, consistentes en la eliminación de alegatos de orden político. Pero esos recortes marcan una diferencia medular: la de un Counseling conceptualizado como una disciplina de servicio, un cuasi sacerdocio del bienestar y crecimiento del prójimo en el seno de una comunidad por la cual también se vela (SIC), a uno entendido como una profesión individualista, desestructurada y socialmente descomprometida (AAC). Me parece que la verdad de una concepción del Counseling para la región, se ubica en el medio de esas dos visiones.
 El Preámbulo interamericano plantea una ética del cultivo personal del counselor para que su mismo estilo de vida sintonice con su función, visualizada como misión comunitaria: crecer para hacer crecer a otros y a la comunidad. Toca puntos como metaética, dinámica de la condición humana, contexto visionario y de aspiraciones, redes ecohumanas… casi el Counseling como “movimiento liberador de los oprimidos pueblos latinoamericanos”.
 Como sea, se comprende que se haya remozado para ajustarlo a la nuestra realidad sociocultural, la que además es muy particular. Y también se agradece, porque el 80% no se corresponde con la profesión pueda ser aquí y parece escrito por alguien que no sabe de la América Hispana actual (parece confundirla con una sociedad recientemente multirracializada como la estadounidense).
 No sé quienes son la SIC, ni qué es el Counseling en el resto de América Latina, ni por qué sus integrantes poseen licenciaturas y doctorados, y su domicilio es en Texas; pero me deja un tufillo a venta de rezagos al Tercer Mundo. Tampoco entiendo por qué tuvimos que alinearnos con esta gente para tener un código de ética profesional, si no es tan difícil de armar.
 El Preámbulo argentino es más sobrio, recurre a contenidos mínimos esenciales, como una definición de la profesión y sus alcances, y postulados éticos y prácticos de los profesionales, pero delimita el campo al espacio de la consulta: el Counseling ocurre únicamente en el consultorio. Existen el consultor y su red, el consultante y su entorno, y el espacio de consulta. No hay otra cosa sobre la que actuar y todas las influencias a la comunidad son lejanamente indirectas y administrativas.
 En el capítulo de Propósitos, la AAC eliminó todas las referencias a lo social y misional, dejando únicamente la pragmática profesional.
 De cualquier modo, esto está luego parcialmente salvado en el Art. 6º del Código, donde se instaura la Responsabilidad Social del counselor en una forma y medida que me parecen justas y necesarias, pero no suficientes.
 En el Art. 1º la AAC agrega sus antecedentes y compromisos referidos a la Declaración Universal de Derechos Humanos.
 Del Art. 15 apartado 4 se eliminaron las referencias a programas de entrenamiento, que la SIC lleva a cabo y la AAC no.
 El capítulo final de la AAC delinea un Régimen Disciplinario con su reglamentación de forma (procedimiento). La SIC lo titula Disposiciones Generales y dispone la futura implementación de un Manual de Procedimientos que tenga que ver con la aplicación de la ética y la verificación de grados académicos. Acá aparece una diferencia radical que confirma la página de Internet de la SIC: Ésta tiene autoridad reguladora en la formación académica de los counselors, mientras que la AAC carece de toda injerencia en el tema.

El código de NBCC
 Y si hablábamos de venderle al Tercer Mundo, acá llega la National Board for Certified Counselors, Inc. TM, donde Inc. es “incorporated” y TM es “trade mark”, es decir, una corporación con marca registrada. El tema da para un mejor desarrollo, pero me resulta cardinalmente inquietante aplicado al Counseling y al afianzamiento de su identidad profesional.
 El Counseling de EEUU, donde se originó la NBCC, está puntillosamente regulado por su asociación profesional, la American Counseling Association (ACA), mediante su código deontológico; me gustaría saber qué andamiento tiene allá la NBCC y qué opina de ellos la ACA. Entre nosotros, hablamos de una profesión de ayuda que cursa mediante un vínculo íntimo entre dos personas en una atmósfera de seguridad y calor, donde el profesional utiliza su personalidad como herramienta principal. La misma ACA opina que “Los valores adoptados intrínsecamente que guían nuestros comportamientos o van más allá de los comportamientos prescriptos están profundamente arraigados en el consejero y se desarrollan a partir del esmero personal, en lugar de ser el requisito obligatorio de una organización externa.” Ya Dave Mearns se quejó de que el actual exceso de teoría en circulación hace que los counselors olviden su despliegue espontáneo de las actitudes adquiridas en años de práctica, por estar vigilando su ajustamiento a estándares.
 El código ético de la NBCC es un extracto degradado del código de ACA; en líneas generales muestra los contenidos promedio, que son en mayor o menor grado los que andan por el planeta, y que no son exactamente los que demanda nuestro Counseling vernáculo. Encima, con una traducción deficiente.
 La NBCC en su preámbulo no promueve otra cosa que su interés propio (uso de la credencial), porque todo lo demás que dice promover (calidad, valor, profesionalismo, sensibilizar al público) ya lo promueven las organizaciones profesionales. Una certificación es un buen principio de organización y validación, pero lo sano es que fuese hecho por la asociación nacional; ya que no fiscaliza la carrera, al menos podría certificar a los profesionales.

Análisis comparativo entre los tres códigos
 Los códigos de SIC y AAC son mucho más completos y prolijos como instrumento deontológico que el de NBCC, que por otra parte no tiene por qué serlo, dado que es una mera certificación. Por cuanto sus criterios de base son menos personalizados y detallistas, y más burocráticos y reglamentarios. No lo veo como un real código de ética profesional, de lo que sí dan cuenta los otros dos de una manera bastante completa.
 En estándares de ética, NBCC apela más a la obligatoriedad, en tanto que SIC y AAC tienden más a la recomendación.
 El código NBCC no contempla específicamente el compromiso con los DDHH que los otros dos instauran en el Art. 1º.
 Tiene una mayor incidencia que los otros en el trabajo de counselors de manera dependiente, dentro de organizaciones.
 Impone como estándares de ética obligatorios las formación y supervisión permanentes y prohíbe ejercer en ámbitos donde no se haya cursado especialidad; exige la continua acreditación de los niveles formativos y de la supervisión (Sección A: Generalidades). Estas materias son puestas como estándares de ética recomendados en los otros códigos (Art. 2º).
 También hace mayor hincapié en la confidencialidad y la seguridad de los datos de los consultantes, pero hasta un punto que aparece desproporcionado en el balance general.
 Toma en cuenta el trabajo con grupos para hacer algunas regulaciones específicas, en tanto que SIC y AAC no lo consideran.
 No plantea clara y completamente el concepto de interconsulta, el de derivación, el de fin de la relación profesional, que los otros sí evacúan en los Art. 11 apartados 8 y 10.
 Tiene un apartado de Medición y Evaluación que está referido a la elaboración de diagnósticos y por ende, no nos corresponde.
 NBCC no hace mención al probable vacío ético y vías alternativas de resolución, como redes de interconsulta y prevención al consultante que sugieren SIC y AAC (Art. 3º).
 En la Sección A apartados 7 y 12, NBCC hace obligatorio el pundonor que el counselor debe mantener para no afectar su imagen ni la de la profesión. Los otros códigos lo explicitan en el Art. 4º, pero confiriendo entidad a elementos subjetivos del counselor relacionados con el tema.
 No hace regulaciones ante posibles conflictos entre counselors, en tanto que los otros profundizan el tema en el Art. 12 apartado 1.
 En todo lo demás, puede decirse que son relativamente coincidentes, por cuanto se desprende un marco ético compartido de gran amplitud.

Marco ético de los tres códigos
 Aparece un claro basamento en la ética de la autonomía del consultante. Está prácticamente ausente el principio de beneficencia; a pesar de que se encarga en algunos pasajes al counselor el bienestar del consultante, se hace en términos de consideración o preocupación, pero en ningún momento se menciona que él decida por el consultante, excepto en situación de incapacidad, delito o peligro para terceros. En los tres códigos se prioriza el principio de autonomía y la minimización del poder del counselor; NBCC es el más explícito, AAC es el menos, aunque se ve claramente implícito. Se puntualizan libertad de elección, consentimientos, total autodeterminación y colaboración del counselor en ella, hay mención de crecimiento y desarrollo del consultante, expresión de potencialidades, valoración de las experiencias personales, autodirección.
 La seguridad del consultante ocupa un lugar preponderante, pero al estar excluida la ética del bienestar, aparece fuertemente tutelada desde el principio de no maleficencia, que es el de mayor presencia en los textos. Se exige extremo cuidado de la competencia del counselor (formación y supervisión constante, prohibición de ejercer sin contar con la capacitación adecuada a cada caso, interrupción del proceso al darse impedimentos en el counselor), actividades personales del counselor que puedan perjudicar al consultante, NBCC menciona “guiarse por las mejores prácticas profesionales”, prohibición de relaciones duales, mantener la independencia a pesar de presiones externas, precauciones en las investigaciones, obligación de interconsulta o derivación, aseguramiento de la continuidad del proceso en caso de desafectarse el counselor.
 Sigue en importancia el principio de confiabilidad: se resalta en la exigencia de respeto por el consultante, su plena información, la comunicación al consultante de toda novedad que pueda afectar la relación o la situación de aquél, pedido de autorización para cualquier consulta con otro profesional, prohibición de publicidad o acreditación engañosos, encuadre comunicando límites de la propia capacidad, y toda la carga deontológica que se puso en la confidencialidad y el secreto profesional.
 Está también resguardado el principio de interés propio del counselor, al no obligárselo a persistir en un proceso que le ofrezca dificultades, libertad de aceptar o rechazar consultantes por la razón que fuere, atención al propio estado interno.
 Finalmente, el principio de justicia aparece en la no discriminación, protección de la dignidad personal y derechos individuales, la objetividad.

 Se tutelan también:
 La promoción y preservación de la profesión, al regularse el uso de títulos y competencias, la pertenencia a organizaciones y su publicitación, la participación en medios de comunicación, intervención en irregularidades de colegas, regulación de la delegación, la docencia y la investigación.
 La responsabilidad para con la comunidad, en la denuncia de delitos o la violación de la confiabilidad cuando haya terceros en peligro. AAC y SIC mencionan aportar al conocimiento, estudio y transformación de la sociedad, a la promoción y desarrollo de leyes y políticas. SIC por su parte, insta al counselor a un protagonismo en la mejora de la comunidad.
 La relación con colegas y otros profesionales, instando a la lealtad, colaboración, respeto, resolución informal de conflictos éticos, evitar recurrir a la Justicia.

Análisis operativo
 Por todo lo dicho, es conducente tomar el código argentino para efectuar este análisis.
 El texto deontológico es claro y conciso: no sobreabunda, no reitera, no abusa de la retórica. Va a los puntos –muchos puntos- en una extensión razonablemente acotada y fácilmente comprensible. Marca con precisión lo obligatorio y lo recomendado.
 Tim Bond alude a la movilidad de los códigos de ética: “…que sean ampliamente aplicables a la mayor cantidad posible de situaciones. Los códigos son efímeros y deben ser actualizados periódicamente para que mantengan su vigencia y respondan a los cambios en las circunstancias sociales y el ejercicio de la profesión… Basarse sólo en los códigos y un sentido personal de moralidad, no es suficiente para alcanzar los estándares éticos del Counseling. Los problemas que pueden presentarse son cada vez más complejos.”
 Pareciera que este código nuestro que tiene 16 años y fue actualizado una sola vez hace 3, ya estaría necesitando algunos retoques. Diría que sería bueno agregar los siguientes puntos:
1-Dejar constancia de que la responsabilidad primaria en el trabajo con el cliente la tiene el counselor y no el supervisor, cosa que es sabida pero no está aclarada.
2-Agregar regulaciones sobre grupos en cuanto al manejo de la confidencialidad y el secreto profesional.
3-Revisión periódica del encuadre: la forma en que está puesto, puede interpretarse que el encuadre, aunque exhaustivo, puede tener lugar al principio del proceso. Y sería bueno consignar que el encuadre puede rectificarse en cualquier momento, y mejor si es permanentemente, tal como lo sugiere la ACA.
4-Instar a los counselor a prever temas de seguridad como: eventual intrusión en el consultorio, seguro de responsabilidad civil, emergencias médicas.
5-Aspectos legales. Tim Bond vuelve a acertar y yo lo pondría en el código tal cual él lo enuncia: “Conocer la Ley es potencialmente beneficioso. Un counselor bien informado está en mejores condiciones para proteger los derechos y responsabilidades asociados con su trabajo. Sería aconsejable conocer sobre contratos, negligencia, difamación, confidencialidad, protección de datos y actuación como testigo en juicio. También de probable instigación a cometer delitos por ignorancia legal del counselor o por mala interpretación del consultante respecto de las intervenciones del profesional.”
6-Participación en la red de apoyo. Creo que esto, que si bien se admite informalmente, debería figurar en el código tal como lo tiene la ACA: Los consejeros reconocen que las redes de apoyo tienen varios significados en las vidas de los clientes y, cuando corresponda, considerarán obtener el apoyo, la comprensión y la intervención de los demás (es decir, de los líderes religiosos, espirituales o comunitarios, los miembros de la familia, los amigos) como recursos positivos, con el consentimiento del cliente.

Conclusión
 Copiar códigos deontológicos de lugares donde la profesión está afirmada y su ejercicio es remunerativo, es fácil porque exime de mayúsculas fatigas y riesgos. Pero no se condice con las necesidades locales de quienes abrazaron la profesión como una realidad, es decir, una práctica independiente y rentable, que además es lo único que facilitará su consolidación y difusión.
 Esto es concretamente lo que se ofrece, con mayor o menor grado de explicitud, cuando se publicitan las carreras. Y si en algún inicio no se pensaron así las cosas, hace ya muchas camadas que así se conciben y que esa es la expectativa mayoritaria. Por lo tanto, los próximos pasos serían perfeccionar el código actual, que de ningún modo es descartable, y fortalecer a la AAC para que pueda ir sacando al Counseling de sus orígenes e ir habilitando a su gente para recibirlo.
 La gente del Counseling no son los counselors: son los counselors comprometidos con el ejercicio pleno y exclusivo hacia afuera, hacia la comunidad, empeñándose en aliviar el malestar y ayudar al bienestar y crecimiento, en generar y hacer llegar soluciones y mejoras. La finalidad del Counseling es el desarrollo personal y la promoción de la salud, o sea, mejorar la vida de la gente. Es una concepción idealista y desde el fundador Carl Rogers, nunca hubo otra concepción posible.



Bibliografía:
Bond, Tim (2000) Standards and Ethics for Counselling in Action. 2nd ed. London: Sage

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