sábado, 5 de marzo de 2016

Problema existencial

Hace muchos años tengo un serio problema de la vida (recordemos que la tele es la vida y aunque yo no la tengo en mi casa, la veo todo el tiempo porque es parte del medio ambiente).
Lo que me sucede es que de tanto en tanto pretendo informarme de algún tema que me atrae, mediante una entrevista televisiva (o radial, es lo mismo) a un especialista. En esos casos, lo que quiero es beneficiarme de oír al especialista en toda su exposición, la ilación que utiliza en su desarrollo y el método que elige para su despliegue.
Pero nunca llego a lograrlo y en cambio me pongo nervioso (aunque no lo parezca, soy de ponerme nervioso) y descarto el intento mucho antes del final de la nota. Porque al lado del especialista siempre hay un/a imbécil (o varios) que reclaman toda la atención para sí y empiezan a interrumpirlo constantemente (siempre cuando está en lo más interesante, cuando termina preámbulos y va a los meollos que yo quiero captar). Estas intervenciones son o bien para completar lo que el entrevistado dice, porque ellos saben más que él, o para traducirlo a lenguaje imbécil, porque seguramente la manada de imbéciles que está viendo no puede entenderlo (no fuimos al colegio y jamás leímos un libro).
Entonces lo que yo y los demás imbéciles del público recibimos, no es el contenido del especialista sino el de la televisión, que todo lo adapta a su formato imbécil dirigido a los imbéciles que todavía pretendemos obtener algo de ella, y que para ello cuenta con un bien seleccionado y entrenado staff de imbéciles que conducen sus programas.

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